La presencia de preocupaciones es una parte normal de la vida de todos, la cual en muchos casos hasta nos ayuda a enfocarnos en la solución de un problema que nos pueda estar afectando.
Sin embargo, ¿qué sucede cuando las preocupaciones son excesivas, resultan difíciles de controlar, se tornan constantes y hasta llegan a deteriorar nuestro desempeño diario?
Tipos de preocupaciones
Para responder a este interrogante es necesario primero conocer las características de los distintos tipos de preocupaciones. Las preocupaciones funcionales difieren de las preocupaciones disfuncionales no tanto por su contenido, ya que en ambos casos estas están centradas en temas de la vida cotidiana como la familia o el trabajo. Estas, por lo tanto, se diferencian en su intensidad, frecuencia, activación fisiológica (como por ejemplo, dolor de cabeza, contracturas, molestias gastrointestinales, fatiga, etc.) y afectación en el desenvolvimiento cotidiano (muchas veces expresado como dificultades de concentración).
Preocupaciones funcionales
Por otro lado, y siguiendo los aportes de expertos en la temática, las preocupaciones más sanas se centran en problemas mediatos y realistas, donde se puede ejercer un control real sobre la situación en cuestión, existe un mayor foco en la resolución del problema que aqueja y se puede tolerar de un mejor modo la incertidumbre que conlleva los distintos ensayos que se orientan a solucionar el problema. Además, la persona percibe su capacidad de afrontamiento como más afectiva, es decir, existe una mayor confianza en sus propios recursos para enfrentar el problema que lo esté aquejando de un modo más efectivo.
Preocupaciones disfuncionales
Al contrario, las preocupaciones más patológicas se centran en problemas más distantes y abstractos donde no se puede ejercer una influencia real; por otro lado, genera gran monto de ansiedad; además, la persona no logra ensayar soluciones que no le garanticen el éxito, llevándola a buscar la seguridad absoluta de los resultados (lo cual en la mayoría de los casos no es posible de conocer con antelación). Por último, el individuo se auto percibe con bajos recursos para afrontar los distintos escenarios que le generan su preocupación.
¿Cómo identificarlas?
Te dejamos algunas preguntas que podrías realizarte para reflexionar sobre el tipo de preocupaciones que te pueden estar aquejando:
- ¿Ha sufrido consecuencias negativas por parte de amigos y familiares a causa de su preocupación excesiva?
- ¿Alguno ha considerado tu preocupación excesiva como un rasgo negativo de tu personalidad?
- ¿Tienes amigos que no te toman en serio porque te preocupas demasiado?
- ¿Preocuparse te lleva realmente a resolver sus problemas o se pone tan ansioso que retrasas la solución de sus problemas o los evitas por completo?
- ¿Está confundiendo un pensamiento (preocupación) con una acción (resolución de problemas)?
La psicoterapia ayuda a enfrentar estas preocupaciones disfuncionales asistiendo a la persona a aumentar la tolerancia a la incertidumbre, a modificar la tendencia a subestimar la utilidad de la preocupación y a orientar en estrategias de resolución de problemas más eficaces. Si sientes que sufres constantemente debido a preocupaciones disfuncionales ponte en conacto con nosotros y descubre cómo podemos ayudarte.
Lic. Valeria Pierobon
MP 5956
Referencias:
- Chappa, H.J. (2007). El tratamiento cognitivo-comportamental del trastorno de ansiedad generalizada. Revista Argentina de Clínica Psicológica.
- Seidah, A., Dugas , M. y Leblanc, R. (2007). El tratamiento cognitivo-comportamental del TAG. Revista Argentina de Clínica Psicológica.