Como todos sabemos, la lactancia tiene innumerables beneficios cuando la misma funciona… Sin embargo, puede ser una gran fuente de ansiedad y malestar anímico cuando no.
Es de gran conocimiento que amamantar es sumamente positivo para el bebé y su mamá, y en todos los casos que sea posible es importante apoyar a la madre en este proceso que tiene muchas veces su complejidad. Sin embargo, la lactancia no siempre es posible a pesar del deseo y el esfuerzo de la madre… y ¿qué sucede con esas madres?
Nos encontramos en una sociedad donde es frecuente que se culpabilice a la madre por casi todo: por que deja dormir al bebé en la cama, por que lo tiene demasiado tiempo en upa, por que lo “malcría”, por que le da demasiado tiempo el pecho o por que decidió no continuar con la lactancia.
Ésto se encuentra ligado en cierta medida a la imagen de que una “buena madre” es aquella que es capaz de hacer “todo» y además “todo bien”. Es aquella que todo lo puede resolver, y siendo sinceros ninguna puede ser realmente esa madre.
Con respecto a la lactancia, hay muchas razones por las cuales una madre puede verse imposibilitada a amamantar. Muchas mujeres lo vivencian con un gran sentimiento de pérdida, además de sentirse avergonzadas, en soledad, sentir que están fallando y que son juzgadas, lo que sin duda tiene un impacto muy negativo a nivel emocional.
Es incuestionable que alentar la lactancia es sumamente importante, brindando la información adecuada y el apoyo necesario. Sin embargo, en muchas situaciones ésto no alcanza, y es ahí cuando mas que nunca la madre necesita contención y sobre todo una mirada que no juzgue si no que acompañe desde la comprensión.
Ésto se debe a que la mirada negativa hacia una madre que decide no continuar con la lactancia genera altos niveles de estrés, provocando la aparición en muchas mujeres de grandes sentimientos de culpa, tristeza o enojo, entre otros.
La importancia de observar ésto surge justamente de los altos niveles de estrés, frustración y malestar anímico que pueden surgir de esta situación. Esto se puede convertir en un factor más que contribuya en la aparición de ansiedad o depresión post parto, cuyos índices lamentablemente son muy altos y no se abordan adecuadamente. En parte, por desconocimiento y por poca visibilización de lo que realmente sucede.
El foco, entonces, debería estar puesto no sólo en la salud del bebé, si no también en el bienestar general de la madre, el cuál, además, tiene una gran incidencia en la salud del bebé.
En la Semana Mundial de la Lactancia queremos alentarla, y además visibilizar, para poder apoyar y acompañar a aquellas madres que no pueden amamantar y que sufren en soledad.