«¡No aguanto más! Pandemia, cuarentena, incertidumbre, clases virtuales, todxs con horarios diferentes, no hacen caso, siempre yo sola me encargo de todo”. Seguramente, muchxs se pueden identificar con esto y, quienes tienen hijxs a su cargo, quizás un poco más.
¿Cómo hacer para que no nos «salte la térmica» y «se la liguen de rebote» lxs hijxs? Spoiler alert: ¡No hay recetas mágicas! Pero sí algunas cuestiones que podemos tener en cuenta:
- Estar atentxs a nuestros disparadores: ¿qué quiere decir esto? Las situaciones que nos activan ciertas emociones y que, a su vez, se manifiestan en conductas. Por ejemplo: ante una baja calificación del hijo, el adulto a cargo puede experimentar enojo y reaccionar gritando y proporcionando un castigo físico.
- Ahora que conocemos nuestros disparadores: atender a nuestras emociones. ¿Y cómo hacemos eso? Nuestro cuerpo nos da pistas acerca de la emoción que estamos sintiendo. Por ej., ante el enojo, levantar el tono de la voz, usar insultos, sentir que el corazón se acelera, el rostro y cuerpo acalorado, pensamientos tales como «¡a este lo mato!», «le doy un chirlo a ver si así entiende y me respeta», etc.
- Estas pistas, entonces, nos ayudan a darnos cuenta de las emociones que estamos experimentando y a que no siga aumentando la tensión; es nuestra oportunidad para que no sigan escalando. ¿Qué hacemos cuando identificamos estas pistas? Detenernos y pensar opciones que nos ayuden y probar su efectividad. Por ej. contar hasta 10, inhalar profundamente y exhalar lentamente, salir de esa situación por unos minutos, decirse a unx mismo frases («No te enganches», «No vale la pena», «Dejalo ir»).
El «Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida» realizado por UNICEF informa que «dos de cada tres hogares, con al menos un niño, niña o adolescente, utilizan métodos de disciplina que incluyen castigo físico o agresión verbal». Ciertas emociones son como bombas que convienen desactivar antes de que exploten. La descarga emocional, por vía verbal y/o física, puede generar un alivio pero momentáneo y su costo es alto:
- Reaccionar como se menciona anteriormente promueve una naturalización de la violencia intrafamiliar.
- Lxs niñxs se crían en un ambiente donde se encuentran en un estado de constante alerta y temor.
- Produce una baja en su autoestima y seguridad.
- El maltrato, por parte de lxs adultos responsables, genera un sentimiento de soledad y desamparo ya que son quienes deben protegerlos.
- La familia es una fuente de aprendizaje. Cuando lxs adultos disciplinan de forma violenta, lxs niñxs aprenden a gestionar sus emociones de la misma manera; así como aprenden que los conflictos pueden resolverse por medio de insultos y golpes y, probablemente, reproduzcan estos patrones violentos de conducta en el futuro.
La invitación es a cuestionar las creencias arraigadas a la crianza (tales como «a mí de pibe me pegaban y tan mal no salí», «si no le gritás y le demostrás quién manda, te va a pasar por arriba») y a pensar e intercambiar formas alternativas de actuar frente a las demandas y desafíos que presenta la vida familiar.
Como medio de prevención de la violencia, desde Tramas Psicoterapia alentamos:
- Vínculos y formas de disciplina no violentas.
- Criterios constructivos y positivos para el desarrollo, crecimiento y educación de lxs hijxs.
- Una cultura de la tolerancia y la no violencia.
- Concientizar sobre los efectos que tiene la violencia sobre el desarrollo y el bienestar de lxs niñxs.
¿Cómo lo podemos llevar a cabo? Por medio de:
- La escucha activa de lxs niñxs y adolescentes y tener en cuenta lo que expresan.
- El diálogo asertivo por medio del cual, lxs adultos a cargo, puedan transmitir, de forma clara lo que esperan apelando a su colaboración más que a su obediencia («Yo quiero…», «Me gustaría…», «Necesito…»), así como sus emociones («Me siento…», «Me molesta…», «Me pone mal…»), y proponiendo alternativas («Sería bueno…»). De este modo, no sólo se favorece el diálogo sino que se actúa como modelo de aprendizaje de lxs niñxs y adolescentes.
- Recordar que comunicarnos no sólo implica hablar; es un intercambio, no un monólogo ni un sermón.
- Implementar métodos de disciplina no violentos: por ej. explicar el motivo por el que un comportamiento estuvo «mal», privarlo temporalmente de algún privilegio (uso de celular, salidas, etc.), emplear el «tiempo fuera», para que conozcan que ciertas conductas poseen consecuencias que deben asumir.
- Reforzar verbalmente las conductas positivas con el fin de reconocer y validar sus aprendizajes y logros: «¡Muy bien!», «¡Estoy muy orgullosx de vos!», etc.
Bibliografía:
- Bunge, Gomar, Mandil (2018). Terapia Cognitiva con Niños y Adolescentes. Aportes Técnicos. Editorial Akadia, Buenos Aires.
- Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (2018). La violencia contra niños, niñas y adolescentes en el ámbito del hogar. Análisis de la Encuesta de Condiciones de Vida (2016). Buenos Aires.
- Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (2018). Talleres de crianza. Guía para replicar la iniciativa. Buenos Aires.
- Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (2019). Trato bien. Guía para la puesta de límites no violentos en el ámbito familiar, dirigida a madres, padres y adultos al cuidado de niños, niñas y adolescentes.
- Ley 26.061 de «Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes» (2005).