Quienes trabajamos con personas que transitan por un Trastorno de Conducta Alimentaria (TCA) sabemos de la complejidad y la multicausalidad de esta problemática.
El que una persona tenga una relación “poco saludable” con la comida, alteración de su imagen corporal y del peso no significa que el problema sea la comida en sí misma, sino la gestión emocional que tiene frente a ésta… y aquí es donde entra el rol del nutricionista en el equipo: ser un facilitador no sólo de hábitos alimentarios saludables, sino también de conductas o “gestiones” frente al alimento. Identificar y conocer cuáles son los alimentos y los comportamientos que calman, aquellos que nutren, aquellos llenos de mitos y de temores, los que engordan, los que acompañan, aquellos que consuelan, los que calman…
Comer no es sólo ingerir alimentos y generar saciedad, comer es un acto social impregnado de significados bastante alejados de lo meramente fisiológico. Comer da sentido e identidad. Comer es un acto cotidiano.
La alimentación es un tema de moda en las redes, no obstante, la “intoxicación alimentaria” (este exceso de información) está presente en el colectivo social y es lo que nos lleva a realizar elecciones constantes sobre lo que nos llevamos a la boca, por lo cual la educación alimentaria, y la reeducación alimentaria (desaprender y volver a aprender) es la clave.
No se trata sólo de normalizar el peso, sino también de generar una relación amena con el acto de comer. Ese es el rol principal del nutricionista dentro del equipo y CON el equipo de salud mental… no el de contar calorías sino el de tejer redes entre las emociones y los nutrientes.
En Tramas contamos con un equipo de profesionales especializados en Terapia Cognitivo Conductual Integrativa que pueden asesorar, acompañar y trabajar con todas aquellas personas que lo necesiten, abordando de manera integral aspectos emocionales y nutricionales.